Mantener la herida limpia es crucial para prevenir infecciones y favorecer la cicatrización. Limpia la úlcera venosa diariamente con una solución salina estéril o con agua y jabón suave, según las indicaciones de tu especialista. No utilizar alcohol o peróxido de hidrógeno (agua oxigenada), estas irritan la herida y detienen el proceso de cicatrización.

Después de limpiar la herida, aplica un apósito adecuado que mantenga el área húmeda pero protegida. Los apósitos especializados para úlceras venosas pueden ayudar a mantener el ambiente óptimo para la cicatrización y prevenir infecciones. Cambia el apósito según las indicaciones de tu especialista, generalmente cada 1-2 días.

Es importante estar atento a cualquier signo de infección en la úlcera venosa, como enrojecimiento, hinchazón, aumento del dolor, secreción purulenta o fiebre. Si notas alguno de estos signos, busca atención médica de inmediato para evitar complicaciones mayores.

Los sistemas de compresión son esenciales para mejorar el flujo sanguíneo en las piernas y reducir la hinchazón. Asegúrate de usar las medias de compresión recomendadas por tu especialista, tanto en términos de grado de compresión como de ajuste adecuado. Ponte las medias al comenzar el día y retíralas antes de dormir para obtener los mejores resultados.

Las úlceras venosas requieren la atención de un especialista en heridas o un cirujano vascular. Programa visitas regulares para que el especialista pueda evaluar el progreso de la cicatrización y ajustar el tratamiento según sea necesario. No esperes a que la herida empeore para buscar ayuda; un manejo proactivo puede acelerar la recuperación.